Que recuerdos...

El otro día, husmeando por la web de mi admirado David de Jorge, vi una foto, que me hizo la boca agua y me trajo unos maravillosos recuerdos.

Me acordé nada más ver esta foto de una tía de mi padre, mi tía Delfina para más detalles, que hacía pancetas y papadas de cerdo en su casa todos los inviernos. Las ahumaba y las dejaba curar durante un tiempo en el desván de su casa en Quecedo de Valdivielso.

Como sabía de mi afición por comer, y sobre todo comer estas cosas tan buenas, cuando íbamos a verla, me daba unas papadas para llevarme, que las recuerdo como si las estuviese viendo. Las estoy oliendo...

Para intentar no morir joven, cortaba de vez en cuando una rajita y me la comía después de volver de clase. Solo puedo decir una cosa: Impresionante. Como hijo de charcutero que soy, he tenido la suerte de poder comer delicias de cerdo durante toda mi vida, pero el recuerdo de esa papada, es verdaderamente único.

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